Neska llega extasiada de esos seis pisos sin ascensor. Busca las llaves en su enorme bolso y abre. La puerta hacia la libertad. Recorre el pasillo sin prisa hasta llegar a su habitación, esa buhardilla tan especial, donde deja todo lo que tiene en las manos y se deja caer suavemente en su cama.
Agotada, decepcionada y triste. Las palabras más importantes del día.
Mientras piensa en qué debería hacerse para cenar, cuando no tiene hambre alguna, sus párpados se rinden y caen hacia el abismo.
Ve como alguien entra por su puerta. Distingue una chica, con un bolso grande en un brazo y otra persona a la que coge ella del suyo. ¿Quién será? La lleva hasta la cama, la acoge en sus brazos fornidos y se susurran algo al oído...
Se hace de día y Neska despierta, ahora hambrienta, y mira a su lado por si el hombre que estuvo ayer en su cama siguiese ahí.
Se da cuenta que es día 7. Suspira, se levanta y se prepara un gran desayuno para afrontar un nuevo día. Se pone unos vaqueros, se arremanga su amplia sudadera y se calza unas bambas.
Antes de salir, coge dos lindas y olorosas rosas de su maceta.
- No fallo a nuestra cita. - Se escucha decirse a ella misma.
De camino a la playa le habla, le cuenta todo lo que ha pasado y lo que piensa que debe hacer ahora.
Mira fijamente hacia el mar y asombrada reconoce al hombre que buscaba esta mañana en su cama.
- ¿Otra vez él?
Quizás él es lo que debe hacer ahora.
Todos somos Neska,
